No conozco bien la saga de Tron, pues nunca logró captar mi atención. Hace un tiempo, ya de adulto, quise darle una oportunidad y ver la primera película, la de los años 80, pero ni siquiera pude terminarla. La trama simplemente no me enganchó.
La verdad, no estoy seguro de por qué decidí ver Tron: Ares. Supongo que fue por tener contenido nuevo para el blog, ya que ninguna otra película me llamaba la atención para cerrar este 2025. Y lamentablemente, mi experiencia no fue mejor esta vez. La película me resultó aburrida, y debo admitir que los temas relacionados con computadoras y programas informáticos no me interesan demasiado.
La trama sigue al Programa de Control Maestro, interpretado por Jared Leto, que por alguna razón desarrolla conciencia propia y decide que quiere vivir fuera del mundo cibernético. Mientras esto sucede, hay dos personajes que trabajan para ENCOM, la compañía tecnológica que compite con la del nieto de Dillinger. ENCOM busca utilizar la inteligencia artificial con fines de desarrollo, mientras que la empresa rival tiene intenciones bélicas.
Este conflicto me pareció interesante y con potencial, pero queda completamente relegado a un segundo plano. En su lugar, la película opta por escenas de persecuciones con lucecitas, acción y efectos especiales, eso sí, muy bien logrados. Pero más allá del despliegue técnico, la historia no termina de profundizar en nada.
Quizá estoy siendo demasiado exigente con una película hecha por Disney para vender mercancía y hacer pasar un buen rato; aun así, ni siquiera en eso logró ser la excepción.
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