Es la segunda pel铆cula animada que veo este a帽o, y la verdad ten铆a las expectativas bajas. Mi prop贸sito al verla era claro: disfrutar lo que m谩s valoro de una animaci贸n, que sea extremadamente loca, degenerada y llena de estupideces imposibles en otro medio.
Gracias a los dioses, Genndy Tartakovsky (su director) nos trae un pelicul贸n sobre perros haciendo tonter铆as de perro durante todo el metraje. Lo m谩s importante para ellos, claro, no es correr tras una pelota, sino tener relaciones carnales con otros perros. El protagonista, Bull, est谩 a punto de ser castrado por sus due帽os, y eso lo impulsa a embarcarse en una aventura con sus exc茅ntricos amigos: una juerga desbordada de sexo perruno, violencia y hasta amor.
Lo que m谩s me alegr贸 es el regreso de la animaci贸n tradicional hecha a mano, que le da vida a este mundo gamberro. Los dise帽os de personajes son extraordinarios, variados y f谩ciles de reconocer. Incre铆blemente, hasta hay un intento de desarrollo de personajes: una historia seria sin serlo, libre de pretensiones.
En ning煤n momento la sent铆 forzada ni pretenciosa. Es una comedia que sabe conmover y hacer re铆r a partes iguales. ¿Asquerosa? Puede ser: los perros hacen cosas repugnantes que no voy a detallar, pero que en este universo tienen total sentido. Quiero decir, son perros y sabemos que hacen cosas cochinas a nuestros ojos.
Lo mejor es que a煤n existan estudios grandes que se atrevan a hacer animaci贸n sin moralinas ni sermones baratos. Esto s铆 es un pelicul贸n, uno que disfrut茅 de principio a fin. Y si no soportan este tipo de pel铆culas, pues hagan la vista gorda.
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