🎨 Malditos Artistas — Jess Franco: El Alquimista del Exceso

Hay directores que viven para el cine, y otros que parecen devorar la cámara como si fuese un órgano vital. Jess Franco —o Jesús Franco Manera, para el registro civil— pertenece al segundo grupo. Nacido en Madrid en 1930, se transformó en una de las figuras más singulares, desmesuradas y, por supuesto, malditas del séptimo arte europeo.


Franco filmó como quien respira: compulsivamente. Se le atribuyen más de 200 películas, un número casi inabarcable, hechas entre prisas, erotismo, presupuestos minúsculos, vampiras lésbicas, agentes secretos desquiciados, monstruos decadentes y jazz en penumbras. A menudo con la misma troupe de actores, con la misma música reciclada, con el mismo humo de club nocturno y la misma cámara nerviosa. El espectador que entra en su universo no busca perfección, sino fiebre.

Su cine navega entre la explotación y la poesía delirante. Un día podía rodar una versión de El conde Drácula con Christopher Lee y al siguiente entregarse a un festival de softcore con Soledad Miranda o Lina Romay, su musa y cómplice vital. Franco no entendía las fronteras entre el erotismo, el terror y el surrealismo: lo suyo era un carnaval perpetuo donde lo sublime y lo cutre se rozan hasta confundirse.
Por eso, durante décadas, la crítica lo despreció: demasiado porno para ser respetable, demasiado experimental para ser comercial. Pero ese mismo desdén fue su marca de fuego. Franco construyó un cine clandestino, un terreno pantanoso donde los géneros colapsan y el espectador queda atrapado en un sueño febril. Como todo artista maldito, no se trataba de agradar: se trataba de filmar.


Hoy, redescubierto por cinéfilos, coleccionistas y fanáticos de lo extraño, Jess Franco se revela como lo que siempre fue: un alquimista del exceso, un director que convirtió las carencias en estilo y que hizo del mal gusto una virtud. Sus películas son imperfectas, sí. Pero también son libres, salvajes, y llevan la huella de un creador que nunca pidió permiso.

En definitiva: Jess Franco es cine puro, en estado anfetamínico y nocturno. Un maldito que jamás dejó de rodar.


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