📚 #14 Acabo de Leer: Sin Novedad en el Frente de Erich Maria Remarque

Hace un tiempo había visto Sin novedad en el frente, la adaptación distribuida por Netflix y dirigida por Edward Berger. Las películas bélicas no son lo mío porque, por lo general, me resultan aburridas —especialmente las producciones norteamericanas— debido a que, si uno conoce la historia del conflicto que representan, ya sabe más o menos cómo va a terminar. Sin embargo, hace poco estuve leyendo sobre la Gran Guerra por simple interés personal y, además, viendo algunas clases de historia, algo que disfruto bastante.

Como la adaptación de Netflix no me pareció del todo plausible y, sinceramente, no tenía ganas de comentarla en profundidad, decidí ir a la fuente. Me puse a leer la novela original de la que nunca había oído hablar hasta entonces. Las obras artísticas sobre la guerra siempre me generan una atracción curiosa, quizá por morbo, quizá por la necesidad de comprender cómo es posible que un ser humano provoque sufrimiento a esa escala. Tal vez simplemente porque la guerra, aunque terrible, es una ventana para explorar lo mejor y lo peor de nuestra especie.

El libro de Erich Maria Remarque se basa en su experiencia como soldado en la Primera Guerra Mundial, pero la relata a través de personajes ficticios. Está narrado en primera persona desde la perspectiva de Paul Bäumer, un joven entusiasta con toda la vida por delante que se alista junto a sus amigos del colegio. Esa decisión que al principio cargan con cierto orgullo termina convirtiéndose en un descenso a un infierno impensado.

Que la novela esté escrita de esta manera hace que uno, como lector, se sienta parte del grupo de camaradas. Remarque logra que acompañemos a los personajes desde sus momentos de humor y compañerismo hasta la locura progresiva que provoca la guerra industrializada más brutal hasta ese momento de la historia. El lector experimenta con ellos sus miedos, sus episodios de desesperación, la pérdida de sensibilidad, la confusión, las enfermedades, los gritos desgarradores tanto de personas como de animales. La novela no nos permite tomar distancia: nos mete en las trincheras.

A diferencia de la película, el libro no funciona como un panfleto pacifista ni como una crítica explícita a un bando o a una ideología. Lo sentí más bien como un testimonio íntimo. Remarque muestra lo más “humano” de vivir una guerra: la rutina, lo absurdo, el sufrimiento constante y la certeza de que ningún joven que pase por semejante experiencia volverá a ser el mismo. Incluso cuando la historia incluye momentos de humor negro —pequeños chistes entre colegas para no perder la cordura— la crudeza del entorno es abrumadora: caballos agonizando, ratas por todas partes, gas mostaza, infecciones, hambre, frío, insomnio y la sombra persistente de la muerte.

Sinceramente, el libro me sorprendió. Creía que sería parecido a la película de Netflix, pero es completamente distinto. Remarque no busca hacer espectáculo; busca contar una experiencia traumática. Y lo logra con una claridad que todavía resuena mucho después de cerrar el libro.

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